La asociación Biogás-Alto Tajo pide que se paralice el proyecto de una planta de biogás en Corduente
La asociación Biogás-Alto Tajo ha pedido, este
jueves, al Ayuntamiento de Corduente y a la Consejería de Desarrollo Sostenible
que den marcha atrás al proceso de autorización del proyecto de construcción de
una planta de biogás en este término municipal por el impacto visual
"catastrófico" que va a suponer como entrada que es al Alto Tajo,
además del turístico y de los posibles malos olores que puede generar esta
central.
La asociación Biogás-Alto Tajo ha anunciado también
la presentación, antes del próximo 13 de octubre, de un recurso de alzada a la
resolución de la Dirección General de Calidad Ambiental, después de que esta
haya archivado la realización de un estudio de impacto ambiental integrado, con
el fin de que el organismo competente reactive este estudio de impacto
ambiental, ha señalado Antonio Berlanga, secretario de dicha asociación, quien
ha comparecido en rueda de prensa acompañado por Isabel Utrera, Enrique
Martínez y Jorge García.
Una comparecencia en la que han señalado que
sospechaban que la empresa Islonias quiere instalar en Corduente, en un terreno
pegado a la antigua planta de biomasa, una central de biogás, a la que se
niegan rotundamente desde esta asociación, conformada por el momento con más de
330 socios de casi un centenar de municipios de la zona.
Su reclamación va dirigida tanto al Ayuntamiento de
Corduente como a la Administración regional, a quienes piden que
"respeten" sus pueblos y que preserven el medio ambiente de una zona
donde además hay un parque natural. "Por favor, nada aquí", han
señalado sus integrantes.
"Daños colaterales"
Según Berlanga, desde la asociación están
convencidos de que la planta va a generar importantes daños colaterales; el
visual, porque el proyecto contempla dos digestores --bautizados en el pueblo
como pucheros-- de 30 metros de diámetro por 10,13 metros de altura, con
capacidad de 6.500 metros cúbicos cada uno. Se alimentarán con 12,33 toneladas
al día de estiércol de ganado vacuno que, según la empresa, lo iban a adquirir
en Tortuera, y 68,4 toneladas al día de paja que previamente habrán manchado.
Todo ello, para obtener gas natural licuado o metano, que quieren vender en
Alemania.
También auguran que afecte al turismo y la propio
parador del Molina, aún sin abrir, a las visitas al geoparque, a las instalaciones
hosteleras y casas rurales y a las rutas que hay marcadas en ese entorno, así
como el "buque insignia'" de la zona que es el parque natural del
Alto Tajo.
Al igual, hablan de que la central puede también
suponer un peligro en caso de algún accidente, teniendo en cuenta que en esta
zona se han registrado recientemente dos terremotos de baja intensidad en
Tortuera y en Villel de Mesa y "no estamos exentos de que ocurra
algo", subraya Berlanga.
"Queremos preservar el legado medioambiental
que hemos recibido de nuestros padres. Tenemos a un lado un extenso sabinar y
al otro un pinar de pino resinero de gran valor", abunda, dando por hecho
que seguirán en la lucha y lamentado la falta de interés ante uno hecho que
conocen los políticos.
En todo caso, han insistido en que esto no significa
que se opongan a las energías alternativas, pero no entienden que se haya
elegido este lugar para instalar una planta de biogás, teniendo en cuenta que
la materia prima tampoco la tienen allí porque no hay ni paja ni ovejas para
ello.
Y han negado que se vaya a fijar población en el
medio rural, recordando que está cerrada la planta de biomasa y también la
fábrica de concejos de Molina.
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