La lavanda, en peligro por un gusano que devora la planta
La cosecha de lavanda está en peligro en España
después de que se haya detectado en los campos de Guadalajara un gusano que se
come la planta. Se trata del Helicoverpa armigera, un lepidóptero cuyas larvas
se alimentan de diversos tipos de plantas, incluidas las cultivadas como la
lavanda, a la que acaban secando después de comerse sus flores y dejar los
tallos desnudos.
El año pasado este gusano invasor acabó con buena
parte de los cultivos de lavanda de la Provenza francesa y su aparición
inesperada en Guadalajara ha alarmado a los productores no solo de esta
provincia sino de otras dedicadas a esta planta aromática como Valladolid,
Soria, Navarra, Murcia, Teruel, Toledo o Madrid. España produce al año unas
30.000 toneladas de lavanda que se cultivan en unas 8.000 hectáreas.
El Helicoverpa armigera se ha detectado en una
parcela de Cogollor (Guadalajara), en plena comarca de La Alcarria, y ha
obligado a adelantar la cosecha, lo que mermará la producción final. Según
explica el presidente de la Asociación Nacional Interprofesional de Plantas
Aromáticas y Medicinales (Anipam), Abelardo Carrillo, "estos gusanos tienen
una enorme propagación y son muy voraces, por lo que la única solución es la
siega urgente de las plantas", labor que habitualmente suele realizarse
entre la segunda y la tercera semana de agosto. Sin embargo, aquí se encuentran
con el problema de las restricciones que, en el caso de Castilla-La Mancha,
impone el Gobierno de esta comunidad para utilizar maquinaria en el campo
durante el verano para evitar que surjan chispas que provoquen incendios
forestales.
Es un problema que se suma al de los bajos precios
del aceite de esencia que se obtiene de la lavanda y que padecen los
productores desde hace unos tres años porque la industria de la cosmética y la
perfumería no les compra la materia prima.
Un sector que el año pasado consiguió tumbar las
intenciones de la Unión Europea de considerar los aceites esenciales de plantas
como la lavanda y el lavandín como "disruptores endocrinos",
productos que, según la definición de la Organización Mundial de la Salud, son
sustancias exógena o mezcla que altera la función del sistema endocrino y, por
tanto, causa efectos adversos sobre la salud de las personas. Lo que no
consiguió la UE puede lograrlo un pequeño y silencioso bicho: acabar con el
futuro de la lavanda.
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