El lince ibérico, clave para conservar ecosistemas más sanos y biodiversos en España

La recuperación de esta especie emblemática no solo garantiza su supervivencia, sino que beneficia a todo el entorno natural del que depende

Brisa, uno de los primeros linces ibéricos nacidos en cautividad, acaba de cumplir 20 años en Terra Natura Murcia, mientras que en libertad la población del lince ibérico (Lynx pardinus) ha alcanzado ya los 3.000 ejemplares. Esta cifra marca un hito en conservación que va mucho más allá de salvar a un solo animal: el regreso del lince contribuye directamente a mantener ecosistemas más equilibrados y saludables, con beneficios también para las personas.

Así lo destaca la bióloga Astrid Vargas, responsable del programa de cría en cautividad entre 2003 y 2010, quien recuerda que el lince ibérico es una "especie paraguas", cuya protección implica también la conservación de su hábitat y de toda la biodiversidad que lo habita. Bosques y matorrales mediterráneos, fundamentales para regular el clima, purificar el aire o garantizar el agua, son protegidos gracias a la recuperación del felino más amenazado de Europa.

Un éxito de conservación en cifras

Según el último censo, en 2023 se contabilizaron 2.000 linces en libertad, a los que se suman los nacimientos del año pasado y de este 2025, con lo que se estima una población total que ronda ya los 3.000 ejemplares. Un dato esperanzador si se tiene en cuenta que en 2003 apenas quedaban un centenar.

Esta recuperación ha sido reconocida recientemente por la Sociedad Geográfica Española (SGE) como uno de los grandes logros medioambientales de las últimas décadas. Se trata de un éxito compartido por científicos, ONG, administraciones públicas, propietarios de fincas, cazadores y comunidades locales.

La ciencia y la cooperación, esenciales para el regreso del lince

Los expertos han impulsado medidas como la mejora del hábitat, el control genético, la cría en cautividad y la reintroducción en libertad. Gracias al programa europeo LIFE Lynx Connect, se han logrado conectar poblaciones que hasta hace poco estaban aisladas, lo que permite aumentar la variabilidad genética y frenar la endogamia.

Desde que comenzaron estos proyectos, han nacido cerca de 800 linces en centros de cría, de los cuales 417 han sido liberados en entornos naturales, como Doñana, Sierra Morena, Extremadura, Palencia, Montes de Toledo, Murcia y Portugal. Hoy en día, los núcleos poblacionales han pasado de solo dos al inicio del siglo a dieciséis zonas activas de reproducción.

Desafíos aún pendientes: hábitat, conejos y cambio climático

Sin embargo, persisten importantes amenazas, como la desaparición de hábitats, la disminución de las poblaciones de conejo silvestre (base del 80% de su dieta), el avance del cambio climático y ciertas resistencias sociales a su expansión. A pesar de ello, la especie ha pasado de estar en 2015 "en peligro crítico de extinción" a ser considerada "vulnerable" desde 2024 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Para dar el siguiente paso y declarar al lince ibérico como una especie "en estado de conservación favorable", se necesitarían al menos 750 hembras reproductoras en libertad. Actualmente se estima que hay unas 406, por lo que el objetivo aún está lejos, pero es alcanzable, subraya Vargas.

Un símbolo de esperanza para toda la biodiversidad

Astrid Vargas concluye que la historia del lince ibérico es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando se aúna ciencia, compromiso social y cooperación institucional. Su regreso no solo representa una victoria para la conservación, sino también una esperanza tangible para otras especies en riesgo y para la biodiversidad global.

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